Si a un chef le sale mal una torta usando una
determinada receta, repetir la receta no producirá una mejor torta. Tampoco el
cambio del recipiente, horno, marcas de los insumos o subir el sueldo al chef.
Mejorará si mejora la receta.
Cabe la analogía con la educación peruana. El hecho
de mejorar el contexto de la vida escolar, mejorando infraestructura, equipos,
materiales, presupuestos, sueldos de los profesores, etc. no mejorará el
aprendizaje de los escolares que ocurre dentro de la clase, a menos que se
modifique el currículo y la pedagogía que vincula a profesores y alumnos para
producir mayores aprendizajes.
El Perú viene insistiendo con una receta heredada
del siglo XIX que tuvo cierto éxito hasta mediados del siglo XX pero dejó de
funcionar bien conforme se desarrollaban las nuevas concepciones
psicopedagógicas y las tecnologías de la información, particularmente desde la
universalización de internet y las telecomunicaciones inalámbricas. Profesores
y alumnos no hablan el mismo lenguaje y usan códigos valorativos y de
comunicación diferentes. Las realidades de la disolución familiar, la invasión
de los multimedios y una vida política caracterizada por la informalidad,
pérdida de principio de autoridad, legalidad, honestidad y justicia han creado
un contexto en el que los alumnos tienen intereses, formas y ritmos de
aprendizaje e interacción y capacidades muy distintas a las que los profesores
de las generaciones anteriores tenían como referentes.
Siendo así, la pregunta es ¿qué enfoques
curriculares y pedagógicos son más pertinentes para estos tiempos? Hay dos
posibilidades. Una, mirar lo que hacen otros y pretender “copiar” de ellos lo
que parezca funcional (cosa que rara vez funciona porque son contextos y
actores diferentes e irrepetibles). La otra, inventar en el Perú el currículo,
metodologías de trabajo escolar y enfoques pedagógicos que den resultados para
nuestro contexto.
Esa innovación no puede surgir de una definición
que haga el ministerio. Tiene que surgir de las experiencias de aula que
maestros innovadores generen en los diversos colegios del Perú. Para ello deben
sentirse estimulados para innovar, de modo que todos puedan aprender unos de
otros. Esa política de estímulo a la innovación que convierta al Perú en
un gran laboratorio de experiencias educativas innovadoras es lo que falta
anunciar a los candidatos presidenciales.
León Trahtemberg.
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